sábado, 29 de noviembre de 2014

DE NOCHE, CON LLUVIA EN LA ESPALDA

Antes creía en la liturgia de la amabilidad y del deseo,
pensaba en el alma del agua cuando llovía.
Antes eran flores silvestres mis preguntas
y cuando comenzaba la primavera las respuestas
iban naciendo como puntos de amapolas en mi mente.
Pero eso era antes.
Ahora disparo el paraguas cuando la lluvia se cae de las nubes
y no pregunto por su alma: me resguardo de la nostalgia que provoca.
Aún así me sigue pareciendo un misterio inescrutable
que el empedrado no sienta tanta pena
de su estallada lágrima multiplicada.

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