TEATRO
Trébol Teatro Ateneo ayuda a levantar el ánimo del personal
con esta comedia de enredo y sonrisas, “A media los tres”, un clásico de
nuestro teatro, escrita por Miguel Mihura en 1953 y estrenada ese mismo año en
el Teatro de la Comedia, de Madrid. Mihura es un comediante de eterna presencia
en la escena patria, cuyas obras se reponen cada pocos años con diferentes
criterios y variadas compañías. Lo que es bien cierto, es que buena del mejor
elenco de actores y actrices de nuestro país han protagonizado esta obra de
alta comedia, que bucea con sorna, sarcasmo e ironía sobre las relaciones de
pareja. Entretenido texto que levanta sonrisas y llevó al éxito, junto a obras
hermanas, al madrileño Mihura, fallecido en 1977 a los 72 años y referente
esencial del teatro español.
La compañía, ligada al
Ateneo de Salamanca, Trébol Teatro Ateneo, sube con acierto a las tablas esta
comedia que el espectador ve con agrado porque si no se deja decaer el pulso de
la acción, entretiene y mucho. Trébol Teatro consigue hacerlo con equilibrio y
ritmo escénico en los actos, y excelente energía y disposición de los actores.
Paz Lleras es la
actriz que lleva la parte más compleja pues ha de hacer cuatro personajes
distintos, lo que conlleva un ejercicio de variabilidad y caracterización de
contrastes admirable. Lleras consigue navegar con aplomo, enjundia y no poca
gracia en la dispar dinámica de sus personajes.
La displicencia, la
elegancia y corte de galán de Luis Gutiérrez en escena, parecen estar hechas a
medida de su personaje, absorto, instalado y cómodo de Sebastián, un hombre de
irresistible atractivo para las mujeres, asunto que él afronta con aparente
desidia y apatía.
Alfredo es el tipo que se las da de conquistador y conocedor
de la psiquis femenina. Un tipo que se conduce entregado a las fórmulas más
trilladas de ligar con el sexo opuesto, redicho y presumido, un punto creído, por
encima de sus posibilidades, cuya existencia de funcionario es aburrida y falta
de expectativas. Ligar chicas es su ilusión más cercana, pero en el fondo
resultan ser experiencias fallidas y frustrantes.
Aun así, y dentro ya
de la función propiamente dicha, el tercer acto tiene momentos conmovedores
entre Alfredo y Lulú.
Toño Blázquez solventa
la papeleta con energía, viveza y convincentes dosis de humor. La dirección
técnica de Toñi Hernández, sin mácula.
La excelente condición
para el teatro del auditorio de la Biblioteca Torrente Ballester hizo lucir,
más si cabe, esta obra. Los espectadores, que ocupaban el aforo, unas cien
personas, aplaudieron con generosidad en pie al final de la representación.
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